Negociación y Consulta

El lugar de la reforma energética es el Congreso de la Unión.

El lugar de la reforma energética es el Congreso de la Unión y allí habrá de ser discutida, negociada y acordada con el Ejecutivo federal, luego de procesar y tomar en cuenta los puntos de vista y opiniones de especialistas, expertos, sectores productivos, organizaciones civiles y ciudadanos. Cualquier ciudadano puede hacer llegar su opinión, punto de vista o inquietud a su representante democrático. La propuesta del Presidente es el punto de partida y su adecuación el punto de llegada. Será resultado necesariamente del consenso, pues su aprobación requerirá un nivel de votación superior a la mayoría simple y el aval de la mayoría de las legislaturas de las entidades federativas. Está en juego sentar las bases para aprovechar mejor nuestro petróleo ahora y que rinda más en beneficio de las generaciones futuras de mexicanos. Postergarla incrementará, día con día, el costo de oportunidad para un cambio que estamos en posibilidad de hacer ahora. Una fuerza representativa de la sociedad está dividida en su interior y se arriesga a quedar fuera de la decisión y a ser confrontada por la ciudadanía por ello. Hay un PRD responsable y congruente, dispuesto a incidir y negociar la reforma energética. Sus legisladores y el dirigente nacional provisional están dispuestos a negociar con el PAN, PRI y los partidos minoritarios. Saben que tienen la responsabilidad de un mandato ciudadano, y sus divisiones internas y desaseada elección de dirigentes no justificará el incumplimiento. Con ese PRD se puede llegar a diseñar y acordar una reforma energética posible para México.

Pero hay otro PRD que se ha dedicado a especular, malinformar y confundir a la población desinformada acerca de lo que se trata y está en juego. Sin presentar propuesta alternativa, ni siquiera en los foros organizados por el Senado, ese otro PRD se ha dedicado sólo a descalificar, se niega a discutir y negociar y a hacer proselitismo partidista desde los cargos públicos, cual si se tratara de campaña electoral. Plegándose a la estrategia dictada por su todavía candidato presidencial, se apodera por la fuerza del salón de sesiones de las cámaras del Congreso, moviliza “clientelas” para obstruir las calles y hace propaganda electoral en televisión, radio y prensa con un discurso demagógico, populista y caudillista. Aprovechándose de que en el DF no tienen contrapesos democráticos, organizan una consulta improcedente y sin efecto legal porque no versa sobre un asunto de gobierno local, y la llaman “ciudadana” aunque a ella acudirán los simpatizantes perredistas del DF para votar las consignas previamente difundidas.

La reforma energética nacional no se va a decidir a partir del aval otorgado al fantasma de la “privatización” que el PRD ha promovido, porque es asunto que concierne a todos los mexicanos, quienes cuentan leyes, instituciones y representantes democráticos para decidir nuestro rumbo común. Se trata de hacer de competitiva y sustentable nuestra industria energética nacional, para que sea capaz de contribuir al desarrollo económico que genere inversión, empleo y oportunidades para todos. Obdulio Ávila Mayo El Economista.